¡Lo que valía para cada partidario del capitalismo a finales del siglo XIX impregnado por plutocracia, para jóven Petronije P que algo cabizbajo, como si hubiera captado los grandes pensamientos con unos antenas invisibles, caminaba alrededor de la fuente en la plaza de Terazije, valía doblemente!
Petronije P, escritor no establecido, filólogo que no terminó sus estudios, fue un votante fiel del Partido Democrático. Siendo un idealista, no estaba preocupado por el hecho de que, tal vez sin darse cuenta o bajo la influenzia del mesmerismo de la Nueva Era, pues involuntariamente, era dolorosamente vinculado con la ilusión sugerida de su democracia adorada.
– Oh, Petronije P – le estaban diciendo los pensadores libres – ¿No te das cuenta que el problema en el capitalismo? Eres un fanático fiel de la teocracia con un sistema aparente de elecciones democráticas y el impacto económico y plutocrático de Serbia Anno Domini 2011…
Así fue como decían esos futuristas demónicos…
-Su rabia está dirigido equivocadamente. – solía hacer un gesto con la mano el Votante, mientras tomaba café con su mejor amigo, el fundador de un partido nuevo de la iglesia ortodoxa serbia recién florecido que abogaba por la Hoguera y confíaba con todo su corazón en el significado literal de su programa.
-¡Sí, sí! ¡El problemaes el capitalismo! Muchos nolo saben y están diciendo tonterías!
Las discusiones con los partidos de pasado y con los Futuristas a veces solían durar hasta las tantas…
A Petronije le gustaban las polémicas.La monarquía parlamentariaera para él unacagacracia y la reina Betty la Segunda no sólo fue una satanista, pero una masón libre!
-¿Y eso, Petronije? -¿Acaso no es así? Ah, amigo mió. – le dijo Petronije con un tono de compasión – ¡Menos vino, menos vino!
Solía ponerse furioso, a través de la protesta que irradía de sus polémicas enardecidas:
– No entiendo a los opositores de la democracia. ¡Cada vez que les pregunto qué es lo que quieren, siempre resulta una tiranía con los elementos del fascismo! ¡Boberías!
Él debatía con losperros callejeros y con algún que otro transéunte despistado qué tenía un ojo bizco por el estrés …mientras estaba repartiendo los folletos publicitarios en la calle Prizrenska, con una vista brillante del hombre a quién se iba a cumplir un deseo predicho hace mucho tiempo, dirigido hacia Obilićev venac, en el que siempre había una multitud considerable y los bares llenos de Votantes ¡Era su destino final!
Mientras subíahaciaTerazije, pasando primero por un túnel oscuro,como elpoeta Dante, en su tiempo, en un bosquecon abedules malditos, y luego por un callejón, dónde a la mano derecha domina el edificio del Banco Reiffeisen, en el otro lado de la calle un acordeonista ciego, con el fuelle de acordeón, con el olor de castañas asadas, le evocaba la nostalgia con su canción matrimonial de otoño por la que Petronije sintió qué los escalofríos a lo largo de la columna, como los hormigueos en la conciencia del asesino.
Escuchó la canciónantigua de Zagorje: “Todas las avecitasde la montaña” cuando le pareció (¡Y en efecto no le pareció, fue convencido) qué el mendigo ciego, un microbiólogode vocación como ponía en la placaalrededor del cuello de un perro , estaba luchando con la gramática con la misma fuerzacon la quela OTAN asaltaba a las barricadas dela santatierraserbia! Protestócomo filólogoy unpatriota comprobado y una espuma suave mojólos rincones desu boca.
La ira provocó en él lasúbita comprensión de quetodas las aves enTerazije de repentese quedaron en silencio, y algunos de elloscasimurieron. En cuanto el acordeonista se ponía a cantar, se estrellaban contra el suelo, sobre todo alrededor de la fuente en Terazije. Al mismo tiempo, desde una carnicería cercano empezó a desprenderse el olor de la carne recién asada…, apenas algo quemada.
-¿Y eso se canta así? ¡¿Todas las aves quemadas? ¡No esuna canción quedice sobre un asador con las aves atrapadas! –murmuró en voz bajay escapó.Los cadáveres delas aves en frente del Hotel Rusia le hizieron que c ruzara la calle, para acelerar el paso, a correrdescabelladamente,mientras que elviento del estelo estaba latigando y las lágrimasimparablesestaban rodando porsu rostro joven.
Estaba distraído todo el día. Pasó una semana o dos. Comía muy a menudo. Apenas dormía. Sentía que sus nervios estaban debilitando. Pensando cada vez en las aves asadas, y siendo que, a además de una huelga justificada que impuesta por los ideales, tenía hambre, decidió confrontarse con un mendigo! ¡Justo ahí!!
Se puso sus mejores pantuflas, colgó la placa oportuna alrededor de su cuello en que fue escrito: lingüista y gramático no licenciado. Saltó al Caballo en la Plaza, al Conde y la plaza de Terazije en un santiamén, y pasando a través de los cajeros automático del banco RF ligeramenta con sus pies (como si fueran rayuela), agarró el mendigo por el cuello (el pobre no dejaba de tocar, estirando el fuelle sin cambiar la canción). Petronije gritó desde el fondo de los pulmones de votante. El mendigo le escuchaba enfriándose con la papeleta del Partido Liberal.
-¡Oyes, microbiólogo, eso no es el asador! Al menos tú sabes que las aves no pueden ser quemados así! ¡Ni gorriones, ni albatros, y mirlos mucho menos!
En aquel instante el colega de la bolsa de trabajo, el biólogolicenciado (que de ninguna manera cambiaba el asunto)le dijoburlándose:
– No te enojes, oh, erudito noble amigo mío ! Bendito seas, porque en Zagorje tienen una gramática algo extraña.
En este instante, las aves caídas en la meseta cerca de fuente de Terazije revivieron. Y se pusieron a cantar.